Un amigo que vive en el centro de Florencia vino a cenar a mi casa y después de la comida hablamos de turismo.
Aunque mucha gente conoce las protestas contra el turismo en Italia, no han alcanzado el nivel de destinos españoles tan populares como Barcelona o Mallorca, pero empieza a surgir oposición. Hace poco, en Venecia, mi amigo florentino escuchó consignas similares.
En varias ciudades italianas, las asociaciones locales han empezado a movilizarse contra la oleada de alquileres de corta duración que han transformado barrios enteros de los centros históricos en zonas exclusivamente turísticas, con alquileres fuera del alcance de todos, salvo de los lugareños más adinerados.
Aunque esto no guste a todos los que se quejan, no está de más demostrar que se está en sintonía con la cultura, las costumbres y las sensibilidades locales.
He aquí una guía rápida de consejos para los viajeros que planean volver a Italia que no sólo evitarán las miradas hostiles de los lugareños, sino que, con suerte, fomentarán algunas interacciones realmente gratificantes con la gente del lugar. O mejor dicho: es toda la etapa del viaje.
Cuando viaje por Italia, diga «buongiorno» o «buonasera» a la gente en cuanto tenga ocasión. Ya sea al entrar en una tienda, al cruzarte con alguien en una ruta de senderismo o al intentar convencer a la policía de tráfico de que te deje en paz por exceso de velocidad, estas dos palabritas pueden marcar una gran diferencia. Diga «buongiorno» en cualquier momento antes de comer y «buonasera» por la tarde. Son tanto saludos como despedidas.
Cuando viaje por Italia, recuerde no sentarse en los puentes de Venecia. En una ciudad sin coches ni bicicletas, caminar y los barcos son los únicos medios de transporte. Aunque no se trata de un movimiento peligroso, no es un buen comportamiento para los italianos.
Recuerde no pedir un capuchino ni ningún café con leche al final de la comida en un restaurante. Para los italianos, el café después de cualquier comida que no sea el desayuno debe ser solo, preferiblemente espresso. Puede parecer una regla ridícula para los turistas, pero seguro que le encantará, aunque aún no haya terminado.
Asegúrese de llevar algo de dinero, ya que en algunas partes de Italia se utiliza el euro. Aunque las transacciones sin dinero en efectivo ya están disponibles en toda Italia, hay que estar preparado para la excepción. Pueden ser las montañas que aparecen como espejismos tras un largo viaje, el artesano de cerámica del que te enamoraste o un taxi sin el que nunca habrías cogido ese tren.
No pierda la calma cuando vea a un grupo numeroso de personas esperando a ser atendidas en lugar de hacer cola de forma ordenada. Los italianos son muy poco tolerantes con las colas, pero tienen un sistema único que requiere una auténtica interacción con los demás. Ya sea en la consulta del médico o en un puesto del mercado, lo más fresco es preguntar: «Chi è l’ultimo?»-“¿Quién es el último? Problema resuelto».
Sería un viaje muy agradable si los italianos le reconocieran.